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Los procesadores incorporados en los smartphones actuales superan en capacidad de cálculo al de los ordenadores de sobremesa de hace unos años. Una mayor velocidad del procesador permite ejecutar aplicaciones más complejas y visualizar vídeos en alta definición y videojuegos de forma fluida. Es recomendable que el procesador sea multinúcleo (2 o 4 núcleos) y que, además, cuente con una gran memoria RAM para poder ejecutar aplicaciones en segundo plano.
En este sentido, la mayoría de los terminales de gama media-alta tiene una memoria RAM entre 1 y 2 gigabytes, mientras que los de gama baja poseen entre 500 megabytes y un gigabyte de RAM.

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